martes, octubre 30, 2007

Capítulo perdido: "Que cuenta sobre la invención de nuestro caballero andante al entrar en el llano y de su lucha con aquel animal salvaje.”


Vedlo allí, poseído por un pensamiento, el cual no puede recordar, vedlo allí echado junto a Sancho, soportando un calor que lo hace parecer más loco de lo que ya está. Pues razona Sancho, presiento que nos siguen, anoche mientras tú conciliabas un sueño interminable, yo me desvelaba debido al extraño ruido que mis oídos percibían, es por eso que he decidido partir, en busca de aquella mujer que ilumina mis pensamientos, así que tomad vuestras cosas, emprendamos el rumbo hacia donde se oculta el sol.

Es así como nuestro caballero andante se vio confundido y ofuscado al no poder decidir que camino realmente tomaría, fue así como decidió que seguiría el camino que su fiel corcel rocinante eligiera. Sancho sin emitir comentario se limitó a seguir la idea de su amigo.
Fue de este modo que ambos se vieron envueltos en una noche ausente de estrellas, y por, mala dicha ausente de luz. En resolución aquella noche la pasaron entre unos árboles, y del uno de ellos desgajo nuestro caballero una apetitosa fruta, que se sirvió con gran ánimo, ofreciendo otra de aquellas a su fiel escudero. Toda aquella noche nuestro ingenioso Quijote no durmió, pensando en su amada señora Dulcinea, aquella que dominaba sus sueño, se acomodó así a lo dicho en sus libros de caballería, cuando los caballeros no conciliaban el sueño durante muchas noches por solo afligírseles el corazón. No la pasó así Sancho Panza, puesto que no hubo persona que lo despertase a la mañana siguiente, ni los llamados del Quijote, ni los fuertes rayos del sol, que le daban en la cara, y, menos esperado iba a ser el canto de las aves, que anunciaban un nuevo día.

Bien parece la moderación de nuestro Quijote esta mañana puesto que ha decidido mesura, al decir que el día sería como quisiese ser. Fue así como tras caminar un largo rato y a veces en círculos, salieron de las florestas algo confundidos, para adentrarse en un llano que tenía de amplio lo que el Quijote de loco. Al tener este lugar los pastizales demasiado altos, nuestro caballero decidió armarse:

- “Presta atención Sancho, es aquí donde la valentía debe darse a relucir, no os asustéis puesto que yo nunca os dejaré solo “.

Don Quijote ayudado por Sancho subió sobre Rocinante y comenzó a cabalgar a paso tirado, seguiale Sancho a todo trote de su jumento, pero al quedarse atrás, se vio forzado a dar voces a su amo para que lo esperase, este como poseído por algo, tiró de las riendas de Rocinante, logrando una parada precisa. Vino al caso la aparición de un can con el hocico partido y el rabo entre las piernas y al mover este movió estrepitosamente todo su flaco cuerpo.


- “Mirad Sancho, saca tu espada, defendedme puesto que este animal atenta contra mi vida, este león se ha parado para ofuscarme, y ha encontrado en este preciso momento su muerte”.
Nuestro caballero bajo de su fiel animal, para que a este no le pasara nada, alisto su adarga y se lanzó sobre aquel pobre animal, Sancho no soportando ver la locura de su amo, saltó a la defensa del pobre perro, sin tener ojo el Quijote continuo su camino con corcovos cada ves mas largos y rápidos, Sancho sin otra opción tomó al can y se lanzó al lado del camino, esperando lo peor.
- “Sancho que hacéis, no es grato mi sentimiento al ver que te has puesto en mi contra, como tenéis el atrevimiento de cometer tal locura, primero no me hacéis caso y luego te aliáis con mi enemigo, te dejaré a tu suerte, servidor tan traidor no merece estar al lado de un hombre de mi linaje, pues vete sal de mi vista, o tendré la mala dicha de atentar contra tu vida”.
- “Señor, tenga en cuenta que no ha sido mi intención, el de hacer su mal sentir”.

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