jueves, noviembre 23, 2006

Padre Alberto Hurtado

El Hombre, la Persona, El Sacerdote. Hoy, El Santo San Alberto Hurtado.

A que nos llama este Jesuita del Siglo XX. Seremos nosotros los herederos de su mensaje. Primero debemos conocerle.

Nace, Alberto Hurtado Cruchaga en Chile, en la ciudad de Viña del Mar el 22 de Enero de 1901, en una familia muy cristiana y unida. Cuando sólo tenía 4 años murió su padre, quedando su madre Anita, sola a cargo de su cuidado y al de su hermano Miguel. En 1909 entró al Colegio San Ignacio, (http://www.sanignacioconcepcion.cl) donde se distinguió por ser buen compañero, alegre, comunicativo y muy piadoso. Con gran generosidad ocupaba su tiempo libre en visitar y ayudar a los más necesitados. Terminado el colegio estudió leyes en la Universidad Católica, trabajando al mismo tiempo para ayudar a su madre, pero su vocación era otra: ser sacerdote. Largas horas rezaba para poder realizarla y Dios oyó su oración, su madre recibió un dinero que se le adeudaba y con el cual podría vivir tranquila. Cuando su hijo le comunicó su decisión de hacerse sacerdote Jesuita, ella aceptó con alegría. Entró entonces al noviciado y después de largos estudios y pruebas, fue ordenado sacerdote en 1933, en Bélgica. Regresó a Chile, donde se dedicó de lleno a sus alumnos del colegio, a los cuales no sólo enseñaba sino que dirigía espiritualmente. Fue un gran educador de juventudes.

San Alberto Hurtado es por esencia: generoso, humilde, solidario, pero por sobretodo, un creyente en Dios y de una gran entrega al más necesitado.

Podrá ser recordado caminando incansablemente por las calles y poblaciones buscando atenuar el dolor de los que más sufrían. También viajando y recorriendo muchas ciudades y pueblos en su camioneta verde, llevando la palabra y la ayuda directa ante tanta necesidad de su pueblo.



Si se pudiera destacar de las muchas obras de San Alberto Hurtado podemos decir que también son muchas las que aún perduran, como por ejemplo: El Hogar de Cristo, (http://www.hogardecristo.com )

Cuando el Padre Hurtado se pregunta “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”, está revelando el secreto del camino de santidad, de su “ser contemplativo en la acción”. Esa es la regla de oro que conduce su vida. No se trata de imitar mecánicamente lo que hizo Jesús... sino de tener la capacidad de discernir qué haría Él hoy.

Me pregunto entonces, cual es el camino para seguirle, cuando ayer igual que hoy las miserias humanas siguen existiendo, da lo mismo si es mucha o poca, el asunto no solo es cuestión de cantidad, de estadísticas, es una cuestión de Amor al Prójimo.

Las herencias del Santo Alberto Hurtado, las riquezas de las que hablo, son su legado, su testimonio de vida, su capacidad de amar hasta el dolor. Esto es quizás lo más difícil de nuestra sociedad, el poder entender profundamente la acción de un hombre de carne y hueso, alguien que vivió entre nosotros.

Se juntan hoy las mismas miserias y las mismas incomprensiones sociales. El llamado es a conocerle y tratar de imaginarse tal como el se preguntó frente a Cristo, si nosotros seremos efectivamente parte de la Herencia de hacer algo más que pedir por los demás, sino que hacer todo lo que se pueda por los demás.

Le conoceré y le seguiré, ese es mi dilema.

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